Este finde ha hecho buenísimo otra vez. Así que hemos decidido finalmente, hacer esa excursión a Brighton que llevábamos un año posponiendo, con eso de esperar a un día que fuera a hacer bueno… y como aquí la previsión meteorológica es imprevisible… pues ayer nos cogimos el tren, y en una horita estábamos viendo el mar…
La verdad es que no hicimos mucho de turismo, sino más bien de disfrutar el día, el entorno, el ambiente (que de eso hay para rato… ;)
Estuvimos en la playa un rato, comiendo un fish&chips (hay miles!). Ventajas de la playa de piedras: no acabas pringado hasta las orejas, que no es que me importe mucho…, pero en tu comida no hay arena crujiente. Paseamos playa arriba y abajo, vimos lo que queda del West Pier, que fue abandonado y finalmente varios incendios terminaron con él en 2003.
Helado de chocolate, descanso-siestita y luego fuimos al Brighton Pier, que es un mini parque de atracciones y salas de máquinas y juegos, y montones de puestos de nubes, gofres, … La verdad es que eso es lo que menos me gustó, muy rollo ocio americano, pero no estuvo mal.
Después fuimos hacia el centro y así por casualidad encontramos el casco histórico y de tiendas, tiendecitas, cafés, …
… calles y callejones … miles!
Muy bonito el Pabellón Real, aunque parte estuviera siendo restaurado, los jardines, St Peter, …
Y aunque fue un día estupendo, no sé si repetiremos destino o no, porque sitios para ver en la costa, hay montones! Y además Brighton tiene ese toque de una ciudad muy turística, y aunque por supuesto hay cosas que ver, no tiene la naturalidad y el encanto de otros pueblos o ciudades que aún no han sido invadidas por el turismo masivo.