A algunos ya os puse los dientes largos con este sitio, cuando volvimos de San francisco este año, aunque a la mayoría creo que no os he hablado aún de este lugar paradisíaco, al norte de la bahía de San Francisco, en Calistoga, en el valle de Napa.
Es un SPA llamado Indian Springs, que tiene un géiser de donde toman las aguas termales y las cenizas volcánicas para los tratamientos y baños de barro (del géiser de Calistoga, otro, os hablaré en otro post, lo merece). Es un sitio genial, donde todo es relax. Para empezar, tienen un reloj en la recepción y entrada a la zona de tratamientos, que está retrasado 10 minutos y dice «hora SPA», para que no vayas con prisas. Tienen cottages y el lodge (el edificio de habitaciones, que es donde estuvimos). Las habitaciones tienen una puerta de entrada principal, y una trasera que da a una terracita donde puedes desayunar y donde te dejan la prensa por la mañana. Aunque si estás en el piso de abajo, la parte de atrás tiene un mini-jardín con una fuentecilla relajante. El kit de bienvenida de las habitaciones tiene las típicas muestras de baño, que en este caso eran de L’Occitane y de la marca del SPA (geniales!), miles de toallas, y albornoz para estar por el resort. Y además agua mineral embotellada de su marca Indian Springs y galletas oreo.
Por todas partes hay fuentes con agua fresca para beber, con pepino. Y en todos los baños hay jabón y crema hidratante de pepino (es estupenda), gel, champú y crema suavizante para el pelo donde hay duchas, peines, y muchas muchas toallas. En la zona de SPA además hay más albornoces y toallas, bastoncillos para los oídos, palitos de naranjo y fruta fresca cortada y pelada! (de lo mejor…)
Tiene una piscina de agua termal, que sale ya calentita, tanto que a veces cuesta entrar… y que está abierta todo el día desde las 6 am hasta medianoche. En esta zona hay tumbonas, y además una chimenea (no sólo de adorno, encendida) con sillones.
Al final del tratamiento puedes pasar al estanque de Buda, que debe de ser más que digno de ver, aunque nos los perdimos por las prisas, las nuestras, porque queríamos ver todo el valle de Napa y el de Sonoma en 3 días, y ya íbamos por el segundo y menos de la mitad de la ruta…
Todo eran detalles (la foto central, el delfín, es una llave de paso), el personal superamable, ningún problema por llegar de noche ni para dejar tarde la habitación, ni por nada de nada, vamos, que todo son facilidades para boicotear al stress y llamar a la paz interior y la tranquilidad.
No sé qué más deciros para transmitiros y convenceros de lo genial de la experiencia. Así que si pasáis por allí, o cerca, o no tanto, pero os podéis dedicar unas horas, días, semanas, … (yo me mudaría allí para siempre!) de mimos y culto al cuerpo y alma, no dudéis en acercaros, no os decepcionará seguro.